Y no es que haya estado en Valladolid, Palencia o Segovia -es que me gusta más Castilla la vieja que la nueva...-.
Hace pocos días cumplí un año pasando mis días en la calle Castilla. Una calle de lo más trianera, llena de esencia desde Casa Cuesta hasta el Patrocinio. Un todo que rezuma esa esencia de naranjo, tasca, botellín, adoquín, fuegos de la Candelá, rabanitos de la O, el Dios verdadero expirando o ese toque añejo que tenían las voces de Pepe y Rafael Ariza sacando a sus imágenes.
Inicio pues, mi noveno año viviendo en el viejo arrabal. Me encanta Triana. Pero no la Triana artificial que algunos montan y otros de fuera creen a pies juntillas, sino la del paseo por la ribera del río, la del montaíto de carne mechá de Las Angarillas o los pajaritos del Ruperto. Esa Triana que aquellos que se llenan la boca con su nombre por pisarla de Madrugá en Madrugá ni conocen.
Y si ese año se cumple al lado de alguien maravilloso y en una casa casi tan preciosa como ella...
Pues miel sobre hojuelas.
Un Saludo
Hace pocos días cumplí un año pasando mis días en la calle Castilla. Una calle de lo más trianera, llena de esencia desde Casa Cuesta hasta el Patrocinio. Un todo que rezuma esa esencia de naranjo, tasca, botellín, adoquín, fuegos de la Candelá, rabanitos de la O, el Dios verdadero expirando o ese toque añejo que tenían las voces de Pepe y Rafael Ariza sacando a sus imágenes.
Inicio pues, mi noveno año viviendo en el viejo arrabal. Me encanta Triana. Pero no la Triana artificial que algunos montan y otros de fuera creen a pies juntillas, sino la del paseo por la ribera del río, la del montaíto de carne mechá de Las Angarillas o los pajaritos del Ruperto. Esa Triana que aquellos que se llenan la boca con su nombre por pisarla de Madrugá en Madrugá ni conocen.
Y si ese año se cumple al lado de alguien maravilloso y en una casa casi tan preciosa como ella...
Pues miel sobre hojuelas.
Un Saludo
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