La leyenda de los costaleros de la Cena

A ti, que como yo estuviste en la Plaza Vieja el domingo 5 de abril de 2009 a eso de las 4.30 de la tarde compartiendo nervios y emociones repetidas junto a tus compañeros, previas al descenso más alegre que jamás se pudiera hacer de una calle Real que no es más que prolegómeno del templo del hombre de las llaves del cielo.

De un 5 de abril inolvidable perfumado por un azahar veratense de Fe y Caridad y enmarcado en el 25 aniversario de nuestra Hermandad.


Tú,
que sentiste los pelos de punta cuando el Comandante en Jefe tocó por primera vez el martillo del cordero pascual y te tocaba meterte, o, por el contrario, te tocaba ir a Correos con 22 de tus compañeros en un pequeño aplazamiento de lo esperado.

Tus oídos se afin
aban para, una vez más, volver a escuchar la composición que el bueno de Joaquín compusiera para honra de nuestro Señor sacramentado tras la Marcha Real y antes de Virgen de la Salud, lo que busca un costalero, Salud.

Que en cada vuelta, bien fuera andando o sobre los pies, derramabas oficio. Fuerza en cada levantá, arte en cada costero a
costero, decisión y confianza en cada tres pasos, elegancia andando siempre al frente, como andan los pasos, y finura a la hora de arriar como nadie lo hace.

Firme ejemplo del oficio en Almería, tú eres costalero, COSTALERO DE LA CENA, con mayúsculas, p
or que no puede ser de otra manera.

Recuerda la calle del General a la ida, las Esclavas, las Claras, las Puras, la recortaíta chicotá en la Catedral, la finura en lo imposible del Cubo, las levantás por nuestro Jorge, por Manolo, por los Jerez, por nuestras madres, por Carlitos nuestro aguaor, todas y cada una de ellas fuerte parriba y recibiéndolas de puntillas.


Recuerda todo ello, recuerda lo que es sentirse costalero bajo el misterio de Navarro Arteaga.


Recuerdalo.


Pero nunca olvides la calle del General de vuelta. NUNCA.

Ya lo dije todo, no hace falta nada más.

GRACIAS


Un Saludo

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