Su majestad Fred Kanouté


Y digo majestad porque, con casi dos metros de altura, no se puede tener más majestuosidad jugando al fútbol como la que tiene Frederic Oumar Kanouté, futbolista del Sevilla FC gracias a Dios.

Al hilo de una conversación que mantuve con mis amigos Manolito Ruiz y Curro Santiago esta semana, en los recién descubiertos deliciosos cafelitos de la Calle San Fernando, y tras su excelso recital de ayer en San Mamés no me queda más remedio que descubrirme ante uno de los mejores futbolistas de la actualidad.

De la actualidad y de la historia del Sevilla, pues me atrevo sin temor a equivocación a situarlo entre los cinco mejores jugadores que han vestido la camiseta del equipo más grande de Andalucncía, teoría refrendada con la experta opinión en sevillismo de mi padre, así que no hay más que hablar. Clave como nadie en los éxitos del mejor Sevilla de todos los tiempos, punto de referencia entonces y ahora y goleador en todas las finales que el Sevilla se adjudicó en los últimos años. A saber: el cuarto en Eindhoven, el segundo en Mónaco, el segundo y su penalti en Glasgow, el único en Madrid y tres en la Supercopa de España en el Bernabéu. No marcó en la segunda de Mónaco y perdimos, todo un dato.

Aún recuerdo cuando llegó, lo más que sabíamos de él es que el nombre nos iba a dar mucho juego para las bromas y se era bastante pesimista, pues aún teníamos el recuerdo de otro gigantón que no llegó a cuajar, Makukula.

Y entonces llegó el 21 de agosto de 2005, a eso de las 22.15 horas cuando en un amistoso ante el RC Celta de Vigo que servía de presentación a la afición saltó el franco-malí a la cancha. Fue el primer día que este futbolista nos hizo abrir la boca, nos sorprendió desde su primer control con el pecho y apertura a banda sin solución de continuidad, con sus primeras zancadas de garza que le daban una velocidad increíble, sus primeras asistencias, su primer gol... Aquel día cambió la forma de entender el fútbol del Sevilla.

Nadie podrá negar que Kanouté es el faro del Sevilla desde hace ya casi cuatro años, que es el jugador más determinante del equipo y, sobre todo, al que más se le echa de menos cuando no está. Hoy nos sigue sorprendiendo con partidos como el de ayer, con su clase, calidad, entrega, remate, centro y otras muchas más cualidades que pocos jugadores juntan a la vez. Hoy recuerdo un gol que sólo unos pocos pudimos ver, aquel que le marcó al Nastic el 22 de octubre de 2006 cuando las cámaras no entraron al estadio, fue su regalo especial para los 40.000 privilegiados que poblábamos las gradas del Ramón Sánchez Pizjuán, empalando un centro de forma sublime y reventando así la red de Gol Norte.


Y si grande es como futbolista también parece serlo como persona, algo que no se puede decir de todos los profesionales del balón. Serio, respetuoso y comprometido en ayudas humanitarias no olvida su origen y ayuda a los niños de Bamako, capital de Mali.

Me quito el sombrero ante ti, permanecerás con letras de oro en la historia del Sevilla FC.

No tengo más remedio.

Un Saludo

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