En una época en la que el ataque al costalero desde distintos y múltiples frentes es constante, uno no tiene más remedio que quitarse el sombrero ante unos hombres que han dignificado el oficio y, para darle aún más sabor al tema, puedo decir a boca llena que son mis capataces desde hace ya siete años.
Enhorabuena Paco Reguera, enhorabuena Paquito y enhorabuena a los auxiliares de este grandísimo capataz.
Ha tenido que ser él, mi capataz, el que pusiera los puntos sobre las íes, el que fuera adelante con sus pensamientos y, sin padecer martillitis como otros muchos, se jugara el puesto en una cofradía hasta el punto de que lo hayan echado por defender a su gente.
Repito y remarco: POR DEFENDER A SU GENTE.
Con estas cosas hay que ir de frente, como fueron los Reguera desde el minuto uno en Bellavista. Avisando de que entraría la gente que supieran que trabajaba bien y dando la oportunidad a todo el que salió el año anterior, eso sí, demostrando en los ensayos que eran dignos de decirse costaleros.
Y es entonces cuando debemos estar agradecidos los que con él fuimos por cuidarnos, por no permitir que las posibilidades de lastimarnos aumentaran con compañeros que, por las circunstancias que sean, ellos no veían preparados para sacar un paso como el misterio del Dulce Nombre.
Por tanto, no me queda más remedio que quitarme el sombrero, una vez más, ante los Reguera, que se han constituído por méritos propios como punta de lanza de aquello que los que somos costaleros venimos reclamando desde hace años, y es que ya era hora. No se han plegado a las exigencias de una junta, por una vez ha triunfado el oficio por encima del croquetismo y han salido de la espiral en la que se había metido este mundillo.
Ahora me toca decir a boca llena que mis capataces son un ejemplo de los que espero que tomen buena nota todos los demás, incluso aquellos cuyos nombres siempre se sitúan en la cúspide del mundillo y que no han sido capaces de hacer lo que debían.
No creo que nadie que se sienta costalero, sea de aquel, del de allá o del de más allá, y que sienta el oficio no se quite el sombrero con mis capataces, será una buena vara de medir en un futuro para saber quien es quien.
Ya lo dijo aquel, son los capataces los que deciden todo lo relacionado con la cuadrilla de costaleros, y si eso no gusta, pues que la junta de gobierno lo destituya.
Adiós a la martillitis, que vuelvan los capataces...
Un Saludo
Enhorabuena Paco Reguera, enhorabuena Paquito y enhorabuena a los auxiliares de este grandísimo capataz.
Ha tenido que ser él, mi capataz, el que pusiera los puntos sobre las íes, el que fuera adelante con sus pensamientos y, sin padecer martillitis como otros muchos, se jugara el puesto en una cofradía hasta el punto de que lo hayan echado por defender a su gente.
Repito y remarco: POR DEFENDER A SU GENTE.
Con estas cosas hay que ir de frente, como fueron los Reguera desde el minuto uno en Bellavista. Avisando de que entraría la gente que supieran que trabajaba bien y dando la oportunidad a todo el que salió el año anterior, eso sí, demostrando en los ensayos que eran dignos de decirse costaleros.
Y es entonces cuando debemos estar agradecidos los que con él fuimos por cuidarnos, por no permitir que las posibilidades de lastimarnos aumentaran con compañeros que, por las circunstancias que sean, ellos no veían preparados para sacar un paso como el misterio del Dulce Nombre.
Por tanto, no me queda más remedio que quitarme el sombrero, una vez más, ante los Reguera, que se han constituído por méritos propios como punta de lanza de aquello que los que somos costaleros venimos reclamando desde hace años, y es que ya era hora. No se han plegado a las exigencias de una junta, por una vez ha triunfado el oficio por encima del croquetismo y han salido de la espiral en la que se había metido este mundillo.
Ahora me toca decir a boca llena que mis capataces son un ejemplo de los que espero que tomen buena nota todos los demás, incluso aquellos cuyos nombres siempre se sitúan en la cúspide del mundillo y que no han sido capaces de hacer lo que debían.
No creo que nadie que se sienta costalero, sea de aquel, del de allá o del de más allá, y que sienta el oficio no se quite el sombrero con mis capataces, será una buena vara de medir en un futuro para saber quien es quien.
Ya lo dijo aquel, son los capataces los que deciden todo lo relacionado con la cuadrilla de costaleros, y si eso no gusta, pues que la junta de gobierno lo destituya.
Adiós a la martillitis, que vuelvan los capataces...
FUERA DONDE FUERA, COSTALERO DE REGUERA.
Un Saludo
0 comments:
Post a Comment