No ha necesitado llamar por teléfono a la radio, ni montar un pollo en la igualá, ni asistir a los ensayos con todos los enchufes amenazantes del mundo para que hablaran en favor suya.
Ha sido lo más honesto y ha ido lo más de frente que se puede ir en este mundillo para sacar una cofradía, para cumplir una de sus ilusiones. Ha venido a igualás y ensayos durante dos años sin tener nada seguro, contando 800 kilómetros de carretera en cada ocasión para obtener la casi segura respuesta del no. No ha querido reinventar a la Sevilla costalera diciendo "vengo de muy lejos, tienen que hacerme el hueco" como algún que otro iluminado de la vida que no sabe bien ni donde está de pie, y ni siquiera ha torcido el gesto cuando, tras el enésimo viaje, ni siquiera pudo ajustarse el costal para meterse en algún ensayo.
Sin embargo, como hacen los hombres, como hacen los costaleros, le ha insistido una y otra vez al capataz superando su timidez y sus temores, de que él quería ir a ensayar, de nuevo con la casi segura respuesta del no.
Hace poco llegó su momento, se metió sin rechistar ni abrir la boca en una corriente de una incómoda parihuela de ensayo y destapó las esencias de un trabajo humilde de cerca de 20 años. Dos décadas casi sufriendo bajo pasos mal igualados, con compañeros que no entendían de su humildad y siempre querían ser el que más algo, y, justo es reconocerlo, con otros muchos que compartían su espíritu.
Hoy hace un año de aquel Martes Santo de 2008. Apenas recién salido en el relevo del Matadero de la Avenida Ramón y Cajal se me acercó y me dijo, "yo tengo que sacar esto como sea".
Este año será si Dios quiere.
Y la ilusión de niño de un costalero humilde que cuenta con tres décadas se ha cumplido y os diré el porqué.
Por ser hombre, ser costalero, vestirse por los pies y ser humilde.
Guarde el Cristo del Desamparo y Abandono a este costalero muchos años.
Un Saludo
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