Tras varias vueltas debida a un despiste se me vino encima este olor.
Ese olor que preludia, fragancia que durante pocas semanas al año inunda nuestros olfatos y que anuncia que nuestro tiempo ha llegado.
Hoy, en un patio de vecinos situado entre las trianeras calles de Manuel Arellano y San Vicente de Paul se me vino encima la Semana Santa.
No pasan cofradías por este enclave y casi tampoco por sus alrededores, pero este trianero patio, de esas casas afectadas por la construcción de un aparcamiento me ha preludiado definitivamente lo que ya llega.
Plagado de naranjos, verdes árboles durante la mayor parte del tiempo, se engalanaron de blanco para recibir a cofradías tan luminosas como San Gonzalo y tan oscuras como el Silencio.
Llegó tu momento, oh, azahar.
En poco tiempo penetrarás en la Santa Iglesia Catedral en el mejor sitio posible. Será de madrugada, a eso de las tres, cuando María Santísima de la Concepción, perfumada por tu inconfundible olor haga su estación de penitencia.
Entonces, azahar, ya podrás morir tranquilo y pasar a mejor vida...
Hasta el próximo año.
Un Saludo
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