He de reconocer que no soy persona de apuntarse a las modas, y a mí la verdad que la Fórmula Uno es algo que no me interesa demasiado y que suele aburrirme. Además, Fernando Alonso me cae bastante mal, por lo que sus victorias individuales me importan bastante poco.
Pero el domingo, como aficionado al deporte y periodista deportivo -o lo que sea- estuve pendiente del Gran Premio de Brasil. Sí, prefería que fuera Alonso el campeón, más que nada por la buena imagen que da eso para el país, pero la verdad es que no me iba la vida en ello.
Y allí estaba yo, viendo la impresionante salida de carrera y con los pelos de punta, impresionante lección de conducción del asturiano e impresionante cagada de Hamilton, se notó que la inexperiencia del inglés, que tiró un Mundial por la borda.
Más allá de la espectacularidad de esos momentos, de la tensión vivida y demás, es momento para la reflexión.
Reflexión que confirma que, pese a amores o desamores patrios, el justo vencedor de este Mundial de Fórmula Uno ha sido Kimi Raikkonen.
Y es que, como hablo tantas veces con mi amigo Fran, el tiempo pone a cada uno en su sitio. Tras el bochornoso espectáculo protagonizado por la escudería McLaren durante todo el campeonato no se merecían otro desenlace, mal Hamilton, mal Alonso y mal Ron Dennis (sin contar las estúpidas declaraciones de ese personajillo llamado Ecclestone que dirige todo el cotarro).
Un inciso, parece mentira que una competición que genera tanto dinero como ésta esté tan adulterada y tan mal reglamentada, con vacíos jurídicos y decisiones que van en contra de los reglamentos.
Y al final, McLaren ha hecho uno de los ridículos más grandes de la historia del deporte. El tiempo pone a cada uno en su sitio, y con Hamilton, Alonso, Dennis y a su escudería este refrán ha recuperado todo su esplendor.
Al final acabé contento.
Ya era hora que se acabara el gafe de Raikkonen.
Enhorabuena campeón, eres el que más lo merecías.
Un Saludo
Pero el domingo, como aficionado al deporte y periodista deportivo -o lo que sea- estuve pendiente del Gran Premio de Brasil. Sí, prefería que fuera Alonso el campeón, más que nada por la buena imagen que da eso para el país, pero la verdad es que no me iba la vida en ello.
Y allí estaba yo, viendo la impresionante salida de carrera y con los pelos de punta, impresionante lección de conducción del asturiano e impresionante cagada de Hamilton, se notó que la inexperiencia del inglés, que tiró un Mundial por la borda.
Más allá de la espectacularidad de esos momentos, de la tensión vivida y demás, es momento para la reflexión.
Reflexión que confirma que, pese a amores o desamores patrios, el justo vencedor de este Mundial de Fórmula Uno ha sido Kimi Raikkonen.
Y es que, como hablo tantas veces con mi amigo Fran, el tiempo pone a cada uno en su sitio. Tras el bochornoso espectáculo protagonizado por la escudería McLaren durante todo el campeonato no se merecían otro desenlace, mal Hamilton, mal Alonso y mal Ron Dennis (sin contar las estúpidas declaraciones de ese personajillo llamado Ecclestone que dirige todo el cotarro).
Un inciso, parece mentira que una competición que genera tanto dinero como ésta esté tan adulterada y tan mal reglamentada, con vacíos jurídicos y decisiones que van en contra de los reglamentos.
Y al final, McLaren ha hecho uno de los ridículos más grandes de la historia del deporte. El tiempo pone a cada uno en su sitio, y con Hamilton, Alonso, Dennis y a su escudería este refrán ha recuperado todo su esplendor.
Al final acabé contento.
Ya era hora que se acabara el gafe de Raikkonen.
Enhorabuena campeón, eres el que más lo merecías.
Un Saludo
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