El Cable Inglés

Enhiesto te elevas sobre el Mar Mediterráneo desde hace ya 103 años, en ese eterño baño al que Almería te invita.


Para saber de tu importancia sólo hay que tener en cuenta que esas cabezas no pensantes que inundan la sociedad almeriense quieren derribarte. Seguramente esas mismas que permiten la inundación de nuestro casco histórico, que será más o menos bonito pero es histórico, de mamotretos modernistas que están destrozando la zona más bonita de la ciudad.

Sabemos todos donde terminas, pero no donde empiezas. Pero eso apenas nso interesa.

Mirador del Mediterráneo, el mejor embajador para asomarnos a él. Recibidor para hacer entender a Poseidón, a las sire
nas, a los delfines y a los moradores de los mares que están en Almería, la ciudad del sol y de la luz, la que no entiende de inviernos.

Eres lo más parecido a una frontera, si es que alguna vez la hubo en la ciudad, pues andar más allá es toda una odisea para el almeriense de a pie.

Por la noche, de vez en cuando, te iluminan, para que no te olvides del sol que te calienta durante el día. Mejor fondo que tú para un espectáculo no hay y afortunados deben sentirse los que expusieron su arte bajo el centenario amasijo de hierros que te conforma.

Hasta el almeriense más longevo te recuerda siempre en el mismo sitio, aunque pocos son los que te conocieron en funcionamiento.


Pórtico del Mare Nostrum, tarjeta de bienvenida, malas puñalás le den a quien intente eliminarte.

París tiene una torre, Almería te tiene a ti.

Gracias Eiffel por dejar tu legado también la antigua Al-Mariya.

La Alcazaba desde arriba, y tú desde abajo. La columna vertebral de la ciudad.

Si algún día vuelvo y tú no estás, no reconoceré a Almería. Le habrán arrancado parte de sí misma.


Larga vida al Cable Inglés.

Un Saludo


P.D: Fotos de Ignacio Marín.

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