VIVA ESPAÑA, VIVA EL FÚTBOL

El domingo por la noche, cerca ya de la medianoche, apenas uno se preocupaba en celebrar como si de cualquier otro éxito se tratara. Fueron varias horas de tensión, como las del choque de cuartos ante Paraguay, como las horas previas a la semifinal ante Alemania o como todos los minutos desde que sonara nuestro himno en el Soccer City hasta que Iker Casillas levantara la Copa.

Sin duda, era día de festejar para todos los españoles, pues nunca habíamos vivido un hito deportivo como ese. En las calles había gente de todo tipo, abundando seguro aquellos que lo más redondo que han visto en su día es un melón, pero tras el festejo el momento de disfrutarlo nos toca a nosotros: a todos los que vivimos esto del fútbol como algo propio la victoria en el Mundial será un recuerdo para toda la vida, algo que contar a los nietos. Y también ha servido para despojarnos de nuestros complejos, para vivir sueños que parecían inalcanzables, para mirar al futuro de otra manera, con una estrellita sobre el escudo…

Y es que esto del fútbol a veces da su cara buena. Como quien dice, hace sólo un lustro comenzaba a pensar que el deporte rey sólo daba sufrimientos a sus aficionados. Pero el fútbol se desató en 2006 con UEFAS y Copas del Sevilla, Champions del Barça, el ascenso del Almería y para colmo la selección nacional deja de ser mediocre para convertirse no sólo en campeona, sino en la mejor del mundo con una diferencia abismal.

Esa es mi sensación tras la disputa de este Mundial. Pienso que España no ha dado de sí todo lo que podría dar, y de todas maneras hemos sido campeones. Es cierto que no se le puede achacar un solo error a los jugadores de la selección, pero creo que le ha faltado esa excelencia que al menos creí vivir en la Eurocopa. Aunque claro, llegados a este punto eso da exactamente igual.

Jamás he vivido un Mundial con la intensidad de éste. He visto aproximadamente 40 partido y puedo decir con argumentos de peso que España ha sido el mejor con diferencia. Recordaré de Sudáfrica 2010 muchas cosas: el infierno de las Vuvuzelas, el indignante balón, el fracaso de las selecciones africanas, el papelito de Italia y Francia, la decepción de una Brasil que no juega a Brasil, la injustucia con Ghana y la marrullería uruguaya mal sancionada por la FIFA, la mancha de Maradona, el nivelito arbitral personalizado en un tal Howard Webb que casi se carga una final… y también cosas buenas como una Alemania que bien habría merecido ser campeón si no fuera porque se cruzó con la mejor España del Mundial o una atractiva Japón.

Pero la mejor, ésta:

Siempre recordaré todos los partidos del Mundial, el de Suiza en casa con Luis; el de Honduras en casa con Lola; el de Chile en Huelva con Lola; el de Portugal en los Cien Montaditos de Triana con Luis, Lola, Fabio y Ana; el de Paraguay con Arturo y Lola en el 4/4 de Ayamonte; la semifinal en casa con Luis y Lola y, sobre todo, la final en casa de mi tío Paco con toda la familia.

Seguro que a partir de ahora nos preguntarán donde estuvimos el 11 de julio del 2000, y dentro de décadas las nuevas generaciones nos pedirán recitar de memoria aquel once que empezó en Iker Casillas y terminó en Villa.

Quizás tengamos ya más estrellas en la camiseta, pero nunca ninguna será como la primera.

VIVA ESPAÑA



VIVA EL FÚTBOL

Un Saludo

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