Por la Avenida Vilches viene un reguero...


Ya se empieza a sentir el reguero de gente que por el centenario itinerario Puerta Purchena-Granada-Avenida de Vilches se encamina a la tan centenaria Plaza de Toros. Quizás lo más tradicional que tenga Almería.

Se encaminan los almerienses con sus neveras, pertrechados con la añeja pero cada vez más evolucionada merienda. Aspecto sin igual en ninguna plaza de España, porque meriendas hay en otros sitios, pero como las de Almería...

Gentes expectantes por ver si la de Cebada recobrará su añeja bravura y peligrosidad, por sentir el oficio de El Fundi, por si será la última o penúltima tarde de Ponce en Almería, por que Perera confirme lo que ya no le hace falta ni confirmar, porque José Tomás vuelva a ponernos el corazón en vilo, porque Torres Jerez y Ruiz Manuel dejen alto el listón de toreros de la tierra, porque Morante muestre el arte y no otras cosas, porque Manzanares sea tan profundo como él sabe, porque el Cid deje sus mejores naturales, por el empaque de El Juli y la calidad en el toreo de Cayetano. Y, como no, por las banderillas de El Fandi y por ver con cuantas cervezas-copas-bocadillos-pasteles es capaz de salir de la plaza sin nombre, porque como dijo el Guerra, "hay gente pa tó".

Y expectante estará el antiguo torero local
Relampaguito, que, oteando desde lo alto todo el reguero de gente que sube la Avenida de Vilches, no sólo saludará a sus conocidos sino que será el secretario que cuente, vea y dé fe de los diestros que salgan a hombros por la puerta grande, que espero que sean todos los posibles, pero siempre que se lo merezcan.

Llega la feria taurina. Son días de disfrutar del toreo, de las manos bajas, de los pases cruzados al otro pitón, del temple, de la bravura, de los pañuelos, de las banderillas en todo lo alto, de las estocadas en las agujas. Aunque seguro que hablaremos de bajonazos, hacer guardia, de mansedumbre, del toreo al hilo, del piquito, de las ventajas, de las masacres en el tercio de varas y de las orejas regaladas.

Pero esperemos que sea lo menos posible.

¡Qué se abran ya las puertas de toriles!

Y disfrutemos de la fiesta del toreo como sólo se vive en Almería, desde la primera verónica de El Payo hasta que el último toro que mate Manzanares sea apuntillado.

Embriaguémonos con todas esas sensaciones inexplicables e irrepetibles que tiene el toreo. Y más en Almería.

Un Saludo

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