Toros en Roquetas: El arte y la hombría de Vega

Dejando a un lado todo el follón de Morante de la Puebla, el mano a mano improvisado no dio demasiado juego aunque sí entretuvo a los que allí estábamos, sobre todo tras la demostración de arte y hombría del malagueño Salvador Vega.

Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, por lo general cornigachos, corniapretados y bizcos hasta niveles vergonzosos, y con indicios de manipulación, aunque yo de eso ya ni me extraño. Aunque se desplazaron lo hicieron con poquísima transmisión y poca bravura, incluso hubo alguno que se rajó. Quizás sería mejor idea contratar para otras plazas ganaderías que lidien menos y que suelten lo mejor de su producto que contratar a un hierro que lidia en casi todas las plazas importantes y que a buen seguro en Roquetas va a echar poco menos que los deshechos de tienta.

A Ruiz Manuel quizás se le vino grande encontrarse con la empresa de matar tres toros y la verdad es que la mansedumbre de estos no le ayudaron mucho. El primero fue sosísimo. Quizás sus mejores momentos de la tarde llegaron en su segundo, aunque tampoco el astado colaboró con el lucimiento del zapillero y se rajó casi en los inicios de la faena. A éste lo despachó de una fulminante estocada que bien le valió una oreja. Conforme, el estoconazo se merecía el reconocimiento y aquí os lo dejo:



El quinto de la tarde siguió con la tónica de mansedumbre. Un toro imposible al que el diestro almeriense no pudo hacerle nada. Lo mató de media estocada y le valió otra oreja, excesiva para mi gusto. Os dejo un quite por navarras:



La nota positiva de la tarde, casi lo único positivo, lo dejó Salvador Vega. Torero de arte que pude ver en la corrida del Corpus de Sevilla y me dejó buenas sensaciones, algo que por lo visto está consiguiendo por donde está toreando, entonces la espada le privó de desorejar a alguno de sus oponentes y el sábado tampoco fue el estoque su mejor amigo.

En el segundo de la tarde sufrió un volteretón con cornada interna y rotura de fibras que amenazó con dejarle en la enfermería el resto del festejo, pero afortunadamente se repuso y con una ostensible cojera mató tras un pinchazo y se le concedió un apéndice. En su primero, tras cruzar emotivamente el ruedo al salir de la enfermería dejó grandes momentos de toreo, demostró su gusto con el capote y la muleta y brindó varias tandas con la izquierda con mucho temple:



El último lo recibió con unas bonitas verónicas enlazadas con chicuelinas.



El toro-vaca no subió el listón dejado por sus hermanos de Cuvillo y se dejó hacer poco. Aún así, Vega volvió a mostrar su dimensión y el encendido público roquetero le concedió dos orejas mientras yo salía escopeteado a que me engañaran en taquilla.


Creo en el prometedor Salvador Vega, espero que continúe en línea ascendente y en pocos años contemos con él como una figura del toreo más que contrastada.

Un Saludo


P.D: Quizás no hubiera venido mal alguno de los polémicos sobreros de Las Monjas...

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